(La sangre del poeta)
La sangre de un poeta se derrama
Y tú berreas cono niña sola,
Así aprendes a esconderte,
En las faldas de la noche
Con sus costumbres placidas y ausentes,
Sin sus fauces oscuras que se van bebiendo historias.
Te sabes hecha de sombra y profundidad,
Con su ramaje espeso comienzas a navegar,
Por sus arterias ante las palabras y las pausas,
Te rindes sin poderlo evitar.
Esa muerte…
Se alberga como sutil secreto entre los ojos,
Como piel minada entre sus labios,
Es ese vacío que en silencio va danzando,
Como un incienso acicala a la memoria,
Se de sobra que la muerte del poeta se acerca.
Así has de conocer el sueño y su apresurada derrota
Sus espejismos,su estrechez frágil y transparente,
A los transeúntes trasnochados por el borde de su verso.
Mientras vas conociendo sus ruinas
Esa sangre se termina, ese verso ya no crece,
Esa palabra se vuelve cuerpo que se marchita,
Por ahora el lenguaje es muerte descortés que no perdona.
Es resplandor que extermina.
Bélicas andanzas y estoicas enseñanzas,
Dejan los rastros de su sangre
Mientras el misterio se ha abolido,
Ella jura estar muriendo
En el mar de sus derribos.
LA CHISPA.
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