Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

LIMBO

 Para  saciar  el   hambre   que  se  queda    en  el  limbo
se debe conceder  a las   grietas  un  espacio,
a la soledad  una herida fresca,
donde la   sangre  pueda  fluir
no temer a  las  palabras   no  dichas,
que  como  fantasmas  ahora nos  visten  el cuerpo,
puede  ser   un  limbo amargo sin  embargo,
 tan  caliente  que cobije   cuando  estemos  a   solas.
 
La excentricidad  del fuego que viene con  lentitud,
a retar a los vestigios que bordean nuestra sombra,
 con la  melancolía que la  nada  deja   escrita   en  los  labios
 se avanza  y  se lucha a  veces  también  se muere.

Hablamos  entonces   de ceniza,
de lo corto  que  es   su  camino,
de lo liviano  que resulta su  estancia,
del barro que  va mojando   mis  manos
de lo que se ha quebrado adentro.

Te guardo  como limbo abierto,
dentro  de  frases   sencillas   pero  sigilosas,
te dejo  libre en  el murmullo  de los días,
sobre  la   niebla,
en  esta    habitación    de   viento  firme
y palabras   hondas,
en un ayer  que hoy  se rompe.

A la   distancia  una mirada  bastara,
no hay  historia  que ahora me  lleve  a   tu  cuerpo,
le  he hemos  puesto  un  candado
 a la   geografía   indómita
 de  un  pájaro que se  ha ido  cantando.

 El   limbo  y  sus estancias   te permiten  no volver,
 te  permiten  olvidarme,
 hacer  de mi  voz un  un  grito aullante
 que se ancla  a   las  estrellas,
 y así alterar  el orden  pasivo  de  las  cosas.

Limbo  despedida  salvaje
que como agua  nos  llueve  y nos   ahoga,
sólo queda  mentirnos  un  poco
pensar  que  entre  las  nubes  aún  queda   algo,
que nos proteja  de esas lágrimas  vivísimas,
que desarman toda tristeza y  se vuelven   espejismos,
en  este limbo atroz  que me  dejaste.


 Natalia  Correa


martes, 20 de octubre de 2020

Fecha tonal

Existen  palabras  irrepetibles
que por última vez  descansan  
en  nuestra   garganta,
esperando  una despedida,
 sin  embargo,  la  ventana  se  ha cerrado,
 y  en  nostalgia  queda  el  fruto
 en  cariñosa   ruina,
en tiempo ocupado,
tónico,  fugaz
que como  intrépido carmín,
 sobrevive  entre los   labios.

No volverás  convertida  en victima
sino  en  sobreviviente,
 de  estas  álgidas  cicatrices
 que  trae  consigo la  memoria,
 emergerás  tibia  y  perene
bruja suscrita  en fervor,
tu cuerpo existe fuera del tedio
 y como fecha tonal
llegará  a los  rescoldos   del fuego,  
donde  la   rabia
 no  alcanza un  espacio no habita.

 Y como fecha  tonal  tú  hambre   reverbera,
 y  sin  embargo, no   vas  a huir  de  las  noches,
ni  de  su  densa anchura salvaje,
el  sonido  se enraíza en  el  deseo,
para  volvernos   inquietos   y  febriles,
ante la centella.

Una canción  para ocultar la herida,
que parece  intransitable,
un  sonido piadoso,
 una flecha  que me  arrebate  el  amor  decapitado
 que  guardo  todavía,
infinita fatiga  sumérgete  en  las  aguas,
y protege  a los  animales que aúllan,
 fecha  lacónica  fecha  tonal,
 despierta a   la mujer  que  acabas   de crear.

Natalia  Correa Márquez.
 

 
 Foto  y  poema   de  Natalia Correa

lunes, 19 de octubre de 2020

DELICIOSA SOMBRA

 Memoria  de  espuma  y  palabra  inútil,
que se traslada a  los   racimos  que  yacen  en  el cuerpo,
distracción que como   dardo  tiembla,
cruel  trafagar que  desafía   los   destellos,
para  borrar  el  veneno  que  ha velado   nuestro  sueño   cada  noche,
 y  así anticipar los   náufragos  que  se   habrán de   quedar a   la deriva,

Al vivir   resplandece  la muerte
en  una  deliciosa  sombra,
y  entonces  llamas  al  lobo
como única   reconciliación  posible,
el  peso  de  los  años   comienza por  doler
una   fragancia   constante  e  infinita  
 insiste    en  no  desaparecer,
tocar  fondo  volverte  barro,
 insistir  en  la palabra
 nos ha  puesto   en  un  limbo  sin tregua.

Precisamente  en  el  sueño
 de viento agitado
 existe  una grieta  donde   bailan  los   demonios
en angular  tristeza  que  tranquiliza el  día,
deliciosa  sombra  que  me  bordea  y  me  arrebata,
los   inquietos  resplandores,
las mentiras  han  dominado a  mi cuerpo,
 en  el plomizo  silencio
que  ahora   beben  los   impostores.
 
 Y entonces  me niego  al  fútil  sufrimiento,
que  desemboca   un  rostro   unos ojos  o  un cuerpo,
 grito  esporádicamente  hasta  alejarte  de   pronto,
y  esta  ausencia   se  yergue   entre  preguntas,
y resisto  junto al olvido de los   días.

 Para   hablar  de  oscuridad
 es  necesario  sucumbir,
escribir  al borde,
maldecir  al amor   empobrecido casi muerto,
 y convertirlo  en  una   deliciosa sombra  para enfrentar
al mundo a ritmo  de fuego.

Natalia  Correa  Márquez.



sábado, 26 de septiembre de 2020

Perenne alimento

errática  memoria  que  sigue  insistiendo

a  lo largo  de   la  sombra,

tu cuerpo  palpita aún caliente

en  los   misterios   del deseo,

en  los   huesos duros   de  los    días,

me estoy quebrando

en brazos  ajenos en  palabras  frías.

 

Atmósfera   de   sangre  y   musgo

que deja  palabras  sueltas,

turbios  y ligeros  han  de ser  mis  pasos,

entre dientes  animales  mastico tu  belleza

porque  cierto  nada   es  para  siempre

 salvo los  finales.

 

 Me desprendo de  esta  amarga   ofrenda,

que requiere  apagarse,

pero mi  afán se  agita

pero mi cuerpo se entristece

 y  entonces  la loba  aúlla

 y despiadada muerde,

sólo así no sede  ante  el  pavor

que viene  a  sus   espaldas con  rigor.

 

 

La voz  de tu  fantasma,

resucita lo que escribo,

a  distancia   traduce   como  volver a  casa,

con  este  amor  que  no  termina   nunca

 sin  embargo duele.

 

 

 Responder  preguntas

 nos   va  dejando tan  solos,

horizontes  que  braman

 y   se  esconden   entre  sabanas,

 que huyen   de  madrugada

 que se vuelven personas cobardes

de  mortal  finitud,

como perenne alimento 

que desaparece

 la orfandad que ahora  siento.

 

 Natalia  Correa Márquez

 


 

 

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Súbito caudal

 

No te   prometo   eternidad

justamente  porque  en  el cuerpo  se  guardan

las llamas  de  anchura  demente,

mientras  se olfatea un  deseo  inacabado,

sobre  la  penumbra renunciar al instante

donde  la  luz  aparece, para  así  conocer la  oscuridad.

 

 Quizá  ahora  la  soledad   importe  un  poco menos,

 tal  vez  los   astros, la  distancia,   comienzan a  quemar,

y  habrá que volverse  aprendiz de  la  ceniza,

 

 

Ir hacia la  memoria  donde  el tiempo ha muerto, 

y la melancolía continúa  bailando y  así se acumula,

libre y misterioso  suena  tu nombre   entre   mis  labios,

esto no  es  un  tratado  sobre  la  tristeza,

es  el  acto, la   bravura  de  los  astros,

sobre  los   dolores    del mundo,

 

 Estática  ebria   y  pendular 

 que  me acompaña  de noche,

sobre  el  territorio  de  lo  aciago

 se abren  puertas  y  ventanas,

 la  búsqueda   del viento 

se adapta  al  insomnio de  los   días

en  un  súbito   caudal

que  escapa   de   la   lluvia  una   y  otra  vez,

contra   el  ruido   tu belleza,

contra el silencio  todo se quiebra.

con sublime  franqueza.

 

 Natalia  Correa Márquez