Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

viernes, 26 de noviembre de 2010

8

Número ardiente
que se duerme en las alturas,
iracundo y desbocado,
boca en trozos prohibida por los años,
su grito ondea, y se ciñe al cuerpo,
cierta y viva manera de correr,
por las cortinas del deseo aún despierto,
señas laberínticas que estremecen y atañen,
raíces filosas que bordean los motivos.

Todavía el aire es inmóvil ante el principio,
lúgubre bostezo que amenaza la pura existencia,
mientras la lágrima corona la plegaria,
y el infierno no es la llama,
sino un latido que se aleja
como viento por la ventana.

Cómo verán mis manos tu vientre,
con ocho años de distancia,
quizá las palabras bordearán el sentimiento
frente al mar,
todavía el simulacro de la sangre conocerá tu memoria,
arderás con el silencio que embiste a la fantasía,
como blanco fácil, entre los muros,
con verbo entre jaurías, con el aire con vació.

Ocho veces menos pequeño numeral
enrarecido, abigarrado y fugitivo,
que escondes pájaros como motivos,
caricias que han de latir en la sombra,
islas que tocan y tejen reflejos,
mientras el sueño nos descubre
terriblemente vulnerables
ante la pólvora del tiempo.
mira como rio mira como tiemblo,
mira como te amo ocho veces más
ocho veces menos.

Natalia Correa.



* Imagen especialmente creada para el poema 8.
Artista: Jesús Castillo " Chuyasso"
Si quieres conocer más de su trabajo dale click al nombre.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Beso abierto

Relámpago y sed
visten la lengua del pájaro,
como espejo derramando quietud
antes de la noche,
por eso, los buitres abrazan arena
como verdes palabras,
que aún no crecen,
que aún no existen,
mientras alguien habla de la carne
y sus desgarraduras.

Por eso es que un beso abierto
elimina las formas,
presiente a los prodigios,
que han de volver
con el delirio entre sus páginas,
con racimos de arcilla,
y alfabetos de historias.

Lejos en lo profundo,
entre aullidos y navajas,
hay un mundo que se desviste
con violencia y locura entre sus piedras,
con remanso y amor entre sus calles,
para desvanecerse y vivir,
para desvanecerse y mezclarse,
con el polvo: agónico vestigio de los años.

Los espacios y ausencias que deja el beso
conocen lo humano, e intuyen el hambre,
son frontera y suenan a mitad del invierno,
cántaro de tierra ausente e innumerables huesos,
transparente cuerpo que se rompe,
mientras los albatros van probando la sal
van siguiendo el rastro.

Beso, antídoto que reposa en el mar,
escrito beso en hojas de bosque, con el aire,
estupor a tientas que construye los días
inmerso en el discurso, sin dolor y con vaivén,
mientras se escupe, mientras se muere,
el beso crece, el beso existe
abierto a la poesía del instante.

Natalia Correa.



Pintura: Mar Gasca.
Haz click en su nombre para mayores informes sobre su trabajo.

martes, 2 de noviembre de 2010

Hombre de mar (2)

Luz rabiosa que ha levantado
la geometría de los mares,
como estertores espectrales,
en lo profundo,
palabras que engendran sueño y sirenas
en lo profundo,
entre los puntos cardinales
él nace y es sonriente,
olfatea e ignora, nuestras sombras,
por las paginas sin verbo que se rompen
como crueles atavíos, en brasas compasivas.

Hombre tan mágico, que escribe mi nombre
en un latido idéntico,
sin darme tregua, estrella o destino,
como olas sueltas, mudas son sus manos,
las piedras de su esqueleto han de conversar conmigo,
es música y espuma que a mi lado recobra su memoria,
febriles aguas agazapadas súbitamente,
el amor que hay en él perfora, arrastra,
sin embargo, brilla quieto y vibrante.

Encarna en un abecedario crecido en insomnio,
Y así, me hace edén, latido, reflejo y presencia,
centella de sus noches sin nombrarle.

Oír silencio significa tejer olores,
mientras las estrellas arden,
enorme es el instante donde vuelves hombre,
en negro néctar te ha ido deletreando,
con perlas vagas de aventura
conquista lo inanimado.

Con armas y sed, con crótalos y alas,
se escucha palpitante,
son cúpulas azules su arquitectura,
manantial en flor que se vuelve salado,
oblicua luz en faros que aguardan y guardan futuro,
liquidas raíces que fluyen y duelen
han de alimentarte hombre de mar, hombre real.

Su mundo es ventrículo abierto,
anuncia moradas, conoce los puertos,
trasfiguraciones adentro, vida en colibrí fechada
donde se cuecen los muertos y sus tumbas son de agua.

Natalia Correa.


Foto y edición mia.