Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Perenne alimento

errática  memoria  que  sigue  insistiendo

a  lo largo  de   la  sombra,

tu cuerpo  palpita aún caliente

en  los   misterios   del deseo,

en  los   huesos duros   de  los    días,

me estoy quebrando

en brazos  ajenos en  palabras  frías.

 

Atmósfera   de   sangre  y   musgo

que deja  palabras  sueltas,

turbios  y ligeros  han  de ser  mis  pasos,

entre dientes  animales  mastico tu  belleza

porque  cierto  nada   es  para  siempre

 salvo los  finales.

 

 Me desprendo de  esta  amarga   ofrenda,

que requiere  apagarse,

pero mi  afán se  agita

pero mi cuerpo se entristece

 y  entonces  la loba  aúlla

 y despiadada muerde,

sólo así no sede  ante  el  pavor

que viene  a  sus   espaldas con  rigor.

 

 

La voz  de tu  fantasma,

resucita lo que escribo,

a  distancia   traduce   como  volver a  casa,

con  este  amor  que  no  termina   nunca

 sin  embargo duele.

 

 

 Responder  preguntas

 nos   va  dejando tan  solos,

horizontes  que  braman

 y   se  esconden   entre  sabanas,

 que huyen   de  madrugada

 que se vuelven personas cobardes

de  mortal  finitud,

como perenne alimento 

que desaparece

 la orfandad que ahora  siento.

 

 Natalia  Correa Márquez

 


 

 

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Súbito caudal

 

No te   prometo   eternidad

justamente  porque  en  el cuerpo  se  guardan

las llamas  de  anchura  demente,

mientras  se olfatea un  deseo  inacabado,

sobre  la  penumbra renunciar al instante

donde  la  luz  aparece, para  así  conocer la  oscuridad.

 

 Quizá  ahora  la  soledad   importe  un  poco menos,

 tal  vez  los   astros, la  distancia,   comienzan a  quemar,

y  habrá que volverse  aprendiz de  la  ceniza,

 

 

Ir hacia la  memoria  donde  el tiempo ha muerto, 

y la melancolía continúa  bailando y  así se acumula,

libre y misterioso  suena  tu nombre   entre   mis  labios,

esto no  es  un  tratado  sobre  la  tristeza,

es  el  acto, la   bravura  de  los  astros,

sobre  los   dolores    del mundo,

 

 Estática  ebria   y  pendular 

 que  me acompaña  de noche,

sobre  el  territorio  de  lo  aciago

 se abren  puertas  y  ventanas,

 la  búsqueda   del viento 

se adapta  al  insomnio de  los   días

en  un  súbito   caudal

que  escapa   de   la   lluvia  una   y  otra  vez,

contra   el  ruido   tu belleza,

contra el silencio  todo se quiebra.

con sublime  franqueza.

 

 Natalia  Correa Márquez