Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

martes, 24 de julio de 2012

Sirena Negra - Jauría líquida

[...]"dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día"

(Jorge Gaitán Durán)



Los abrazos,
un tónico salvaje para avivar la llama,
cuando los besos crujen como madera seca
extinta de toda vida,
así el cuerpo pierde y sabe entenderse en los escombros,
frenar olas totalmente amuralladas,
dar calor y beber la quieta noche.
Por medio del vacio la sombra,
de morir en otro mundo,
hasta saberse extraviado,
en medio de todo la prófuga medula
la palabra insaciable,
el sopor suicida de los muertos.

Poema que llueve,
toma la piel como recinto,
se encrespa, se derrama
si lo arrancan de su centro,
deviene como liquido voraz ante la lluvia,
totalmente inagotable.

A manera de cenizas la memoria,
una flor que se abre y flota
en la destreza del naufragio,
que lejano parece todo,
la caricia ansiosa,
el beso frágil.
el estupor cansado
de creciente aliento.

Delicias que se asoman
ante mi deseo,
ocasión que todo lo contiene,
secreto extraviado,
que pasa por el cuerpo,
fugaz ante las preguntas
atávico y natural
ante el silencio.

Jauría liquida que arranca
pies sumisos,
ante el presagio
de danzas calientes y luminosas.

Que se atreve y cae
en palabras peligrosas,
porque el amor cruza adentro,
entre yedras y amapolas,
con impulso flotante,
que enciende el movimiento,
en su memoria de superficie oscura.

Jauría que se desdobla,
es ella quien avanza,
mujer de silueta marina,
sirena espectro fiel
que el amor traslada
y el deseo conoce.
Tocará las liquidas regiones
hasta calcinarse, hasta despertar
y ceñirse al canto que esculpe el poema,
que él tendrá entre sus manos,
un tónico salvaje para avivar la llama,
cuando los besos crujen como madera seca
extinta de toda vida,
así el cuerpo pierde y sabe entenderse en los escombros,
frenar olas totalmente amuralladas,
dar calor y beber la quieta noche.

Natalia Correa.