Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

martes, 23 de julio de 2019

A LA POETA DEL FUTURO.


Sabes  bien  que   tienes   un  enjambre   entre  las  manos,
que  se  encuentran  sedientas  y   salpicadas
por  sedimentos   de  historias  pasadas,
que los  días  son  pequeños   jardines donde   habita  un lobo,
 todo   parece  poseer  eternidad   y  sin  embargo,
la muerte   todo lo  arrebata,  todo lo   destiñe,
pero después  arderás  escribiendo,
no  hará  falta   oxigeno ni memoria,
en  algún  punto  de  la vida  venderás  tu  alma  al  diablo
sucumbirás ante  el nocturno brillo   de las  estrellas.

  Voraz y  eterna  rasguñaras   caminos
 sobre  la   piel  de  tus   amantes,
 sembrarás viento para  invocar  a Ítaca,
no te  amedrentarán  los lugares
donde la gente  rota   se  cobija,
eres una poeta  que vuela
y muchas veces  has de caer,
pero no te  ates  a la tierra ni  sus   resquicios,
atrévete  entonces  a   florecer   entre   los   incendios,
rompe espejos  que te atrapen,
camina sobre la  nieve
y siente el  frio calarte  hasta   el  fondo.

A la poeta  del futuro
que desafía  las  entrañas  del mundo
 en el azogue  en el  murmullo,
a la que  le  han  mentido
 y  sin  embargo   confía,
 dando vuelta  a la página 
olvidando  aquello  que le dolía,
hoy  vas  liviana  más nunca   vacía.

Pueden  quedar atrás  las palabras
hacerse añejas,
no  desconfíes  de tu locura,
puedes intentar zurcirlas  incluso romperlas,
o abandonarlas  ante las  tinieblas.


Natalia  Correa  Márquez.













jueves, 18 de julio de 2019

NO DUERMAS CONMIGO


 Porque dormir  significa 
estirarse  en  un  mar  sin  fondo,
extraviarse   en el vacío,
estar  tan cerca  de  los  demonios  que nos habitan,
no hablar   de amor   y  sin  embargo sentirlo  en  el  pecho,
en su  tic tac
erótica  lumbre  que protege a  los  ciegos,
que  siempre  desborda  las  palabras,
e imanta  nuestros gestos.

No duermas  conmigo porque las  raíces  se   ensanchan,
y  van   hacía   futuro,
cuando miro  tus  ojos   en  pausa
los  miedos  se  olvidan
la magia   resiste.

Porque todo oscila   hacía  lo perverso hacía  lo  oscuro,
 y  sin  embargo,
 tus  manos   se  vuelven  jardines   de   amapolas,
que tienen  sangre  huellas  incluso música,
que  hacen  eco  profundo  hacía  mis huesos.

Callar   es  también  arder   en  tu   fragancia,
hallar  el amuleto  que  te  proteja   de  la   tristeza,
y  escribir  escribir   hasta   saciarte
para luego   así  poder  nombrarte.

No  duermas  conmigo por  el  cuerpo  que me  habita,
sino  por nuestra  palabra
que  ha  crecido   entre  los   árboles  libre,
ni  por  mis  largas   pestañas   que  acechan  a   tu  cuerpo.
busca   la lenta   intuición    de   los  prodigios,
olvida  luego  las  frutas   agrias   en  tu  camino,
las  distancias   que   como  féretros    han  enterrado  algunos   de  tus   días.

 Conoce el  frenesí  de lo nombrado,
 el deseo que  canta   y  siempre llega,
a veces entre   fauces  de lobos   voraces,
otras  tantas como humo,
aprende  a  leer las  aguas   y  su crepitar   secreto,
comienza   a ver  el mundo  sin  el  rastro  de   la  lluvia
 y  entonces  sólo  entonces ven- seremos.

Natalia  Correa.


lunes, 8 de julio de 2019

Ojos primitivos



Mientras tu boca  se vuelve un ausente  presagio,
tus ojos  se me clavan  como madera,
ardiente  y olorosa,
adentro  existe una  lluvia   desconocida,
que abre los  espacios,
y le da  al tiempoa  nuestro tiempo
un sonido  exacto.

Hoy no hemos  de  salvar  a  la  flor,
sin  embargo, escribiremos  letra por  letra
 que nos  sabe  la noche,
como se  hunde  el corazón  en  un páramo quieto
veces  intranquilo.


Eres una estrella  que  ama   el viento,
de ojos primitivos,
súbitamente  este mundo  se  muestra  inocente,
toco tus  cenizas,  que  han hecho de tí un incendio,
 y con certeza te hundes  entre mis  brazos, te  acoplas  a  mis  latidos.

Mientras afuera  parece  que  la  hiedra    deja de beber  lo que nos   habita,
y entre nosotros  ha  nacido tanto,
que lo atesoro en la tierra,
y se lo  comparto  a los  lobos
para  que su  aullido  sea  un presagio sincero  
en la  noche larga  que  cabalga  en busca  de  tus ojos  primitivos.