Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

lunes, 12 de noviembre de 2018

LAVA


Pájaros  sedientos
hacen de  tu boca   un mundo,
hacen de  nuestro  encuentro
travesía por un lugar  profundo,
inagotable alfabeto,
que hemos  de pronunciar  en las  noches
mientras la muerte  se expande,
mientras  el miedo corroe.

Mi objetivo:
es sentirte como  astro rebelde,
que vaga en mi carne,
tan luminosa  y caliente,
como lava,
como  raíz  carnívora,
de magma que se  esconde
 y  aún no habita,
 como un  mapa  de ánforas ardientes,
 que  conoce a tu cuerpo,
 y su temperatura.

 Lava  que viaja  siendo  ácido  y azúcar,
 entre la geografía    de los   extraviados,
 en busca  de  algún fulgor
 que    a las  palabras 
 un  sentido, un  calor
 para   subir  un peldaño sin dolor,  
 sin saber  que es el daño
  lo  que pretende  borrase
  entre  las  rocas recién nacidas.

 Abierto  abismo
donde  nuestro corazón se funde,
en el fuego  que traspasa   el agua,
liquen   que en tu transparencia   reflejas  su rostro,
ante  la  nostalgia  de  los  domingos,
tu piel brilla y se humedece,
y entonces  las  canciones   resuenan  en su  exilio.

Lava  que incendia  los  lirios  
que  veo   en  tus  ojos,
lava  salvaje  que estalla   en la  orilla,
solo  para   descubrir la  roca  quemada,
la  palabra  viva,
esa  que  pronuncian  algunos  amantes
antes  de provocar  la herida.


Natalia  Correa  Márquez.




lunes, 5 de noviembre de 2018

ESTA MUJER QUE SOY


Ha  de sonreírle al mundo sin doblegarse,
se convertirá en enjambre  de palabras
 sobre tu cuerpo,
 justo para  cerrar la  herida,
 travesía cargada de  fantasmas  y memoria
 con un  deseo  entre las   manos, 
luego el  viento  como un tigre
estará  justo ahí  para   saciarnos,
para quitar la   tristeza de  este mundo   ciego,
de desnudez prestada.

Esta  mujer que soy
también se muere  de tristeza   en  horas largas,
le concede  al placer   salvajes  atributos  para  nombrarla,
hace  de  la música   su  argumento  más  fiel
se cura  con hierbas,  arde,   y se llueve,
en otros   rostros  te busca,  te busco,  nos buscamos.
en otras  bocas aprende a  nombrarte a  escondidas.

Soy  la que pierde y vaga  como animal herido
a la sombra   de la  noche,
la que  transita  en  el  combate   de  lo  anegado
y sale ilesa,
depredadora  invisible,
de vientre hondo,
la que   habita   el  silencio
como una   casa,   como  una  fruta,
 y se acuesta a la sombra  de un árbol
para  volverse tierra.

Mientras  tanto la  mujer  que  nunca   fui
 consulta   historias  del  pasado,
me guiña  el ojo,    transita  libre  y diurna
a veces  me  lanza  conjuros  para  conciliar  el  sueño,
en  esta  ciudad  donde pocos muy pocos
son los que  duermen.

A manera  de tarot
el tiempo  se presenta  tibio,
para  darme la  hora,
para  extender  su calor
para  penetrar  mi  garganta
y darle  voz a  lo que no  existe   todavía.

La mujer que seré  araña  los huecos,
pensará   en futuro,
será  una  hoguera que alumbra  y desemboca
tus pensamientos,
ha de intuir lo que has sembrado  en su pecho,
vendrá a  ti  como jazmín  blanco  y gardenia liquida
 cuando  las pesadillas  te arrebaten la calma.

 Ella y  yo  sabemos   que   escribir se vuelve arma
para  disipar  la crueldad,
agua salada  para secar  lo que nos duele,
un  mar entrañable  donde  habitan  las  sirenas,
 donde la gente se ahoga   y se  salva a  la vez
 y así  cae  la moneda   que  ha de cambiar la  suerte  de tantos
 y la mía  también. 

Natalia  Correa Márquez