Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

sábado, 7 de julio de 2018

SIRENA NEGRA (EL VENENO)


 Como veneno  que  canta   en   el diluvio
así vas   hecha de   raíces,  hecha polvo,
a la mitad  de  tu vida   has  muerto,
tu cuerpo   dice  que  has  muerto,
pero su magma  todavía arde
todavía invoca,
 a ese   insaciable cardumen.

 Y tus  palabras  se  abren al mundo
a pesar de   su oscuridad,
alientos que se  esconden
 por la  espalda   junto a la lengua,
sabiéndose  desconocidos
Atesoran una ofrenda
de  recuerdos  compartidos,
 de  vitales  pulsaciones.
 como ritual de  suculentos  ríos
y suculentos  arpegios.

 Con el  mar se humedecen
 las  brujas, las  sirenas  las mujeres libres,
 en su voz  llevan   el   descanso,
 la   rebeldía carnada  que se aferra a los  ojos,
 ciénagas  que  observan  como  entre   dos
 se   hace  el  mundo.

Entonces  abrimos  los  frutos,
rastreamos  las  huellas,
 Y somos  el  elixir, la espina,
 que  entre  sangre y  agua
nos quita  el veneno en soledad.

 Estas  llamas son  ungüento
 que tocan paraísos ajenos,
enjambres dulces  y sagrados
de  un néctar  efímero
envuelto   en largas noches,
 de  profunda  cicatriz.

Él que  ama,  a   veces  también  hiere,
Ella sonora  y  taciturna unta  su  veneno,
 lame su  hiel   y se cura  sola,
 se pierde   entre  las  palabras
y así  resucita.

 A  ciegas  cada  vertebra  se mueve
 entre  espermas  blanquísimos
de  espera  y  hambre
los ha  matado   el  veneno,
mientras él  se marcha,
tus ojos  dejan el  pasado,  
buscas  volver a  flote,
él se hunde,  se hunde y desaparece,
pero  todas  sabemos  que nunca  nos  olvida.

 Natalia  Correa  Márquez.