Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Tu ausencia es un hilo rojo papá (Salamandra Blues)


                                                              
"Let me roll with you baby, roll you all over town
Let me roll with you baby, roll you all over town
Well I'll roll you so easy, that you never know
Let me be your little wheel babe, 'til your big wheel come
Let me be your little wheel babe, 'til your big wheel come
Well I'd do more rollin' then your, big wheel ever done."

John Lee Hooker - Little Wheel
Todos  somos un  sitio
donde la muerte  no cabe,
Y sin  embargo  palpita,
 donde  la muerte
 es derrumbe,
que  acecha   en  silencio 
y  agita la   sangre.
camino  de paisajes  degollados: blanco  esquimal
 tantos  blancos  en un mismo  espacio.

Ínsito las paredes  son  blancas 
 y tu  ausencia  infinita,
que  color vieron   tus ojos 
antes   de  irte
que  que hilo   bordo  tus  recuerdos a mi pecho.

 Tu cuerpo  ha sido  robado
 ya no eres  tú,
 he tratado  de calentar  tu mano
 con  velas de azúcar,
ese frio a  veces  vuelve
 cuando miro  las carreteras,
 cuando el dolor  migra a  otra carne,
que se cocina  con otras lágrimas.

 La orfandad  es una palabra honda,
que ahora  he visto de frente,
el  color del  pánico  abre la  herida
todavía,
 esto no es  melancolía,
 esto es  un blues  de  perenes  ramas
donde  te nombro, donde te invoco,  donde  te necesito.
Libros  donde  habita  tu garganta
han sido  el  presagio   de tu despedida,
lava de astros  voraces hoy forman  el camino
que nuevamente nos  hace tomar  carretera,
Pátzcuaro, Ciudad  Guzmán,
hacia  donde  la vida   se renueva.

Natalia Correa.





Enjambre Nocturno


Pensarte en el imán  oscuro  de tu  risa,
entre  partículas   que quitan el miedo,
enjambre  nocturno,
cierro los ojos al mundo
entre  resquicios de un  deseo  inconcluso,
acechado   por  la  noche.

 Tratando de    exiliar de tu cuerpo
 todas  las   derrotas  que  lo   circundan,
para  ser  luego lumbre   de  inagotable  aceite,
que sin escalas  cubra  el  hambre y  raíces
 perdidas de  toda  espesura.

Habitar  tus  pardos  ojos
que son rebeldes  revelaciones,
de mi tristeza,
que saben  tu nombre 
y que ahora  esta soledad  no me amedrenta.

Tomar  mis  manos  y mi alma  rota
 y  cocerlas  a fuego lento,
en un  arpegio que no se acaba nunca,
tomar la melodía  y hacerla pedazos,
 desaparecer  justo dentro de las palabras.

 Un naufragio  que  danza en  su  propia  sombra y  semilla,
 un poema  que busca  no morirse  en    camino,
 un cuerpo que extraña  la  tierra   y  sus propios  sedimentos,
 porque la vida  nos  ha hecho  estar sedientos,
nos ha hecho dinamitar  el país  y su propia  música,
justo  antes  de caer  en las  fauces  de una  loba,
 en el liquen dorado  de un adiós sin respuesta.

 Natalia  Correa.



lunes, 12 de noviembre de 2018

LAVA


Pájaros  sedientos
hacen de  tu boca   un mundo,
hacen de  nuestro  encuentro
travesía por un lugar  profundo,
inagotable alfabeto,
que hemos  de pronunciar  en las  noches
mientras la muerte  se expande,
mientras  el miedo corroe.

Mi objetivo:
es sentirte como  astro rebelde,
que vaga en mi carne,
tan luminosa  y caliente,
como lava,
como  raíz  carnívora,
de magma que se  esconde
 y  aún no habita,
 como un  mapa  de ánforas ardientes,
 que  conoce a tu cuerpo,
 y su temperatura.

 Lava  que viaja  siendo  ácido  y azúcar,
 entre la geografía    de los   extraviados,
 en busca  de  algún fulgor
 que    a las  palabras 
 un  sentido, un  calor
 para   subir  un peldaño sin dolor,  
 sin saber  que es el daño
  lo  que pretende  borrase
  entre  las  rocas recién nacidas.

 Abierto  abismo
donde  nuestro corazón se funde,
en el fuego  que traspasa   el agua,
liquen   que en tu transparencia   reflejas  su rostro,
ante  la  nostalgia  de  los  domingos,
tu piel brilla y se humedece,
y entonces  las  canciones   resuenan  en su  exilio.

Lava  que incendia  los  lirios  
que  veo   en  tus  ojos,
lava  salvaje  que estalla   en la  orilla,
solo  para   descubrir la  roca  quemada,
la  palabra  viva,
esa  que  pronuncian  algunos  amantes
antes  de provocar  la herida.


Natalia  Correa  Márquez.




lunes, 5 de noviembre de 2018

ESTA MUJER QUE SOY


Ha  de sonreírle al mundo sin doblegarse,
se convertirá en enjambre  de palabras
 sobre tu cuerpo,
 justo para  cerrar la  herida,
 travesía cargada de  fantasmas  y memoria
 con un  deseo  entre las   manos, 
luego el  viento  como un tigre
estará  justo ahí  para   saciarnos,
para quitar la   tristeza de  este mundo   ciego,
de desnudez prestada.

Esta  mujer que soy
también se muere  de tristeza   en  horas largas,
le concede  al placer   salvajes  atributos  para  nombrarla,
hace  de  la música   su  argumento  más  fiel
se cura  con hierbas,  arde,   y se llueve,
en otros   rostros  te busca,  te busco,  nos buscamos.
en otras  bocas aprende a  nombrarte a  escondidas.

Soy  la que pierde y vaga  como animal herido
a la sombra   de la  noche,
la que  transita  en  el  combate   de  lo  anegado
y sale ilesa,
depredadora  invisible,
de vientre hondo,
la que   habita   el  silencio
como una   casa,   como  una  fruta,
 y se acuesta a la sombra  de un árbol
para  volverse tierra.

Mientras  tanto la  mujer  que  nunca   fui
 consulta   historias  del  pasado,
me guiña  el ojo,    transita  libre  y diurna
a veces  me  lanza  conjuros  para  conciliar  el  sueño,
en  esta  ciudad  donde pocos muy pocos
son los que  duermen.

A manera  de tarot
el tiempo  se presenta  tibio,
para  darme la  hora,
para  extender  su calor
para  penetrar  mi  garganta
y darle  voz a  lo que no  existe   todavía.

La mujer que seré  araña  los huecos,
pensará   en futuro,
será  una  hoguera que alumbra  y desemboca
tus pensamientos,
ha de intuir lo que has sembrado  en su pecho,
vendrá a  ti  como jazmín  blanco  y gardenia liquida
 cuando  las pesadillas  te arrebaten la calma.

 Ella y  yo  sabemos   que   escribir se vuelve arma
para  disipar  la crueldad,
agua salada  para secar  lo que nos duele,
un  mar entrañable  donde  habitan  las  sirenas,
 donde la gente se ahoga   y se  salva a  la vez
 y así  cae  la moneda   que  ha de cambiar la  suerte  de tantos
 y la mía  también. 

Natalia  Correa Márquez








sábado, 15 de septiembre de 2018

Salamandra Blues Agosto.



You gotta help me darling
I can't make it all by myself
You gotta help me baby
I can't do it all by myself
If you don't help me little girl
I gotta use somebody else
You might have to curse, you have to swear
You might have to disturb
You might have to rock and roll
But you gotta help me darling
I can't make it all by myself

Johnny Winter – Help me.
Agosto es  una  salamandra angosta,
que me recuerda a mi padre,
¿Vamos  de nuevo al infierno  Dante?
a quemar  incienso y maderas
hasta que el dolor nos  hunda  
y la  esperanza   sea  sólo una palabra
sin sentido.

 Agosto  son  paredes blancas  y nítidas,
cuerpos que se  acuestan y se  agotan,
entre  relámpagos  y muerte.

Pero luego vienen  tus ojos a  mi memoria,
que  difícil  aceptar  que te mueres  una ves más
esta será  la definitiva,
 yo inmóvil retrocedo y tocó tu mano,
 justo para  saber  que la muerte  no miente,
siento su frío acechándote,
mientras  tus  ojos  como  centellas  resisten la  oscuridad.

Nos queda poco tiempo  papá,
antes  de  borrar  todas las  estrellas
y repetir  en voz muy baja
¿Porque te vas  porque  me dejas?
¿Que tengo que  aprender  todavía?
 que sólo  tu ausencia  lo sabe.

Agosto ahora  y para siempre  será:
días  sin sueño a  lágrima viva,
porque todo  lo que agoniza lo carcome el fuego
y  lo  conserva  la memoria
PAPÁ.

Natalia  Correa





sábado, 7 de julio de 2018

SIRENA NEGRA (EL VENENO)


 Como veneno  que  canta   en   el diluvio
así vas   hecha de   raíces,  hecha polvo,
a la mitad  de  tu vida   has  muerto,
tu cuerpo   dice  que  has  muerto,
pero su magma  todavía arde
todavía invoca,
 a ese   insaciable cardumen.

 Y tus  palabras  se  abren al mundo
a pesar de   su oscuridad,
alientos que se  esconden
 por la  espalda   junto a la lengua,
sabiéndose  desconocidos
Atesoran una ofrenda
de  recuerdos  compartidos,
 de  vitales  pulsaciones.
 como ritual de  suculentos  ríos
y suculentos  arpegios.

 Con el  mar se humedecen
 las  brujas, las  sirenas  las mujeres libres,
 en su voz  llevan   el   descanso,
 la   rebeldía carnada  que se aferra a los  ojos,
 ciénagas  que  observan  como  entre   dos
 se   hace  el  mundo.

Entonces  abrimos  los  frutos,
rastreamos  las  huellas,
 Y somos  el  elixir, la espina,
 que  entre  sangre y  agua
nos quita  el veneno en soledad.

 Estas  llamas son  ungüento
 que tocan paraísos ajenos,
enjambres dulces  y sagrados
de  un néctar  efímero
envuelto   en largas noches,
 de  profunda  cicatriz.

Él que  ama,  a   veces  también  hiere,
Ella sonora  y  taciturna unta  su  veneno,
 lame su  hiel   y se cura  sola,
 se pierde   entre  las  palabras
y así  resucita.

 A  ciegas  cada  vertebra  se mueve
 entre  espermas  blanquísimos
de  espera  y  hambre
los ha  matado   el  veneno,
mientras él  se marcha,
tus ojos  dejan el  pasado,  
buscas  volver a  flote,
él se hunde,  se hunde y desaparece,
pero  todas  sabemos  que nunca  nos  olvida.

 Natalia  Correa  Márquez.



 

viernes, 29 de junio de 2018

Celos



 Arácnido suspiro  se anida  en mi pecho,
tic tac tic tac
los besos  intranquilos  susurran mil palabras,
tic tac  tic
a fuera llueve salada  tinta  que  cae  del  cielo,
aquelarre marina  de   vinagre  y  azúcar,
que no da  consuelo.

 Él no  está y  por  ahora   no  existe,
 él se ha  hecho  de  palabras   voraces,
y promesas  sin  tiempo,
 él se cuece en las  entrañas de mi pecho.

 Esteparia condición  que en  mi   sobrevive,
 y anega  mis pies descalzos,
 intento alcanzarte y  en  mis manos  sólo   hay  humo,
 humo  que  vuelve  del  infierno  que  viene  desde  abajo,
 que  se cocina  a la intemperie.

En  silencio una se marcha  dejando atrás
una afilada  figura,
una estela  fulgurante
un espejo e incluso una fotografía

 
 y  entonces  ardo  al ver sus  ojos  hechos  aguijones,
a través del  cuervo  a través del prisma,
Algunas  veces su nombre
resultaba   ser la primera letra   del  abecedario,
y ahora  sólo queda una húmeda marea de celos  encendidos.


Natalia Correa