Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

sábado, 19 de septiembre de 2020

SIN EMBARGO… LA MÚSICA

 

 

Una   fiebre  se  pronuncia,

sumergida  entre  el  polvo

una  evocación que   desvanece  la   furia

y  en  alzar siembra   diurnos  destellos,

la palabra  pasa  y  se  va   hasta  los   huesos

nos  ha  tocado  vivir  donde  los   otros  picotean  la  belleza,

donde  la  espera   es  un código  posible,

 en  un largo recorrido   donde   las  huellas  arden.

 

El silencio ¿Sera la  respuesta?

 el vértigo   me  arropa    cuando  se  habla   de   infinito,

 el lenguaje   es  un  astro  que  toca  las   sombras,

sabe  nuestras  debilidades   y  nuestros   puntos   flacos,

las  ideas  y  el miedo   pueden  asomarse

 y  sin   embargo,  la   música

 el  crepúsculo  secreto  que  alivia   la   cicatriz.

 

La  balanza   de  la   vida   y  su  dureza,

 nos  acercan  a   la muerte,

 todo oleaje  se  vuelve    terrestre,

y  hace  que la    sangre   renuncie

  sin embargo…. La  música.

 

La piel  se ríe  en  las  noches   salvajes,

dentro de   una   palabra   ancha

que  observa   los   días

a favor  del  tiempo,  a favor de   la   lluvia,

todo  brota en  un  temblor    tardío.

 

La sustancia se vuelve espejo por  donde   cruzar,

las flores   mortales   bordean   el crepúsculo,

la  tinta verdes   luciérnagas

que  arquean  el  rumbo   de   nuestra   navegación

la   vida   sutileza  profunda  que nos  acuchilla

pero también nos  sana.

 

Ahora la tranquilidad trae  consigo    escasa  suerte,

habrá  que  jugar  frente  a   la    estirpe    de  los    errores,

doblegar el fuego  incesante  de  los  días,

la   única   certeza que duerme  en  nuestros   brazos,

se  escapa  al mar  siempre  al mar  como una   Sirena.

 

 Natalia  Correa Márquez





 

 



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