errática memoria que sigue insistiendo
a lo largo de la sombra,
tu cuerpo palpita aún caliente
en los misterios del deseo,
en los huesos duros de los días,
me estoy quebrando
en brazos ajenos en palabras frías.
Atmósfera de sangre y musgo
que deja palabras sueltas,
turbios y ligeros han de ser mis pasos,
entre dientes animales mastico tu belleza
porque cierto nada es para siempre
salvo los finales.
Me desprendo de esta amarga ofrenda,
que requiere apagarse,
pero mi afán se agita
pero mi cuerpo se entristece
y entonces la loba aúlla
y despiadada muerde,
sólo así no sede ante el pavor
que viene a sus espaldas con rigor.
La voz de tu fantasma,
resucita lo que escribo,
a distancia traduce como volver a casa,
con este amor que no termina nunca
y sin embargo duele.
Responder preguntas
nos va dejando tan solos,
horizontes que braman
y se esconden entre sabanas,
que huyen de madrugada
que se vuelven personas cobardes
de mortal finitud,
como perenne alimento
que desaparece
la orfandad que ahora siento.
Natalia Correa Márquez