Porque dormir
significa
estirarse
en un mar
sin fondo,
extraviarse en el vacío,
estar tan cerca
de los demonios
que nos habitan,
no hablar de amor
y sin embargo sentirlo en
el pecho,
en su tic tac
erótica lumbre
que protege a los ciegos,
que siempre
desborda las palabras,
e imanta nuestros gestos.
No
duermas conmigo porque las raíces se
ensanchan,
y van
hacía futuro,
cuando miro tus
ojos en pausa
los miedos
se olvidan
la magia resiste.
Porque todo
oscila hacía lo perverso hacía lo
oscuro,
y sin
embargo,
tus manos
se vuelven jardines
de amapolas,
que tienen sangre
huellas incluso música,
que hacen
eco profundo hacía
mis huesos.
Callar
es también arder en tu
fragancia,
hallar el amuleto
que te proteja
de la tristeza,
y escribir
escribir hasta saciarte
para luego así
poder nombrarte.
No duermas
conmigo por el cuerpo
que me habita,
sino por nuestra
palabra
que ha
crecido entre los árboles libre,
ni por
mis largas pestañas
que acechan a tu cuerpo.
busca la lenta
intuición de los
prodigios,
olvida luego
las frutas agrias
en tu camino,
las distancias
que como féretros han
enterrado algunos de
tus días.
Conoce el
frenesí de lo nombrado,
el deseo que
canta y siempre llega,
a veces
entre fauces de lobos
voraces,
otras tantas como humo,
aprende a leer
las aguas y su
crepitar secreto,
comienza a ver
el mundo sin el
rastro de la
lluvia
y entonces
sólo entonces ven- seremos.
Natalia Correa.
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