Dioses carnívoros
develan
tu impaciencia,
conocen el miedo
con el que ahora te mueves
hacen estallar y crujir palabras
como madera,
para luego
arder y así reunirse
con los astros.
Labios
ajenos cubiertos de libertad,
en presencia
del silencio
errantes e iluminados,
por la magia
distante,
no es amor
lo que busco
es presencia
es aliento.
Liquen de
infinita noche
entre signos
recorre tu espacio,
como mapa de efímeros trazos,
sabes ahora
que con todo caos llega
el fruto,
con
toda furia el naufragio.
Como última
ola humedeces mis manos,
humedeces
el tiempo,
con esa bocanada
de derrumbes y alaridos
que ahora
se desdobla,
en una sirena
que canta con
sonidos venideros.
de corteza y agua
con canciones,
demonios de azúcar
que te
despiertan de tu letargo,
que insisten
buscar en los despojos
pero ya no pretenden hacerte daño.
Tu nombre me
sabe a futuro,
a vino
tinto a vuelos, incluso a ceniza,
que como
la nieve quema y deslumbra
y con
el recuerdo atiza
lo que
ahora nos toca,
nombrarnos hasta
quedarnos sin voz
porque fuimos
espinas,
enemigos,
amantes en tiempos remotos
sedimento indeleble
un deseo que se deshace
con magia distante,
y así es
como nada se pierde.
Sirena Negra.
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