“Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros,
sus pedazos.”
Juan Gelman.
La metáfora
de fuego que el calor trae consigo,
develará tu nombre sobre el mar
me hará
bordearte y así sentirte,
ahí sobre las
olas como una sombra ingrávida,
de húmedos pliegues dispuestos a
desaparecer.
Resbalar como
agua entre un aullido,
donde la noche canta y la palabra
se despierta,
saber que me miras
y el deseo circula en tu rostro,
hará que el
ayer esta noche coincida,
acercarme … para jugar el juego del silencio,
para justo
poner en tu boca frutos
de una época distinta,
y soltar
los andamios de mi lengua,
sobre tus alas
de pájaro de fuego.
La ciudad
y mi cuerpo arden,
sucumben
se arquean,
incluso desfallecen
sin embargo,
mi
corazón me alumbra vagamente
y conoce un
lugar donde habitan los lobos,
donde ser
animal
no implica despilfarro sino
astucia,
donde un fuerte
zarpazo
significa
una noble caricia a tu rostro,
y así
me transformo
y
así te concedo un calor infinito.
Un calor que
ilumina al mundo
y se abre
sobre ti
ahora no
importan las llagas
ni los chacales del pasado,
escribir en
tu nombre
me arranca luciérnagas de los parpados,
y panteras de las rodillas,
la metafísica de tu cuerpo
borra del mío
lo aciago.
Ante tu sed
de tigre negro
te incito,
te persigo, me desdoblo,
soy un
abismo que arde y arde
ante tus ojos todavía.
Natalia Correa.
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