Un día todo se vuelve simulacro,
el pájaro silente
es estatua que ya no habita,
mientras que la música
sólo es un páramo desnudo
en contra del silencio.
Premonición que embruja,
que se llueve y que vuelve,
para desconocer
el verdadero nombre
de sus amantes antiguos.
Para desmentir la soledad
que surge en los labios,
para prácticamente vaciarse,
hay que ceñirse a las maravillas,
sobrevivir a este oficio,
donde las palabras
son voraces apariciones,
que van girando por el mundo
para salvarse, para vivirse.
Porque antes de la muerte
todo resulta ser simulacro,
donde el amor cobija
la violencia arrebata
y la esperanza habita.
Esa nada de noches mal dormidas,
que aparece en los cuerpos,
ese rastro perdido
de deseo encendido,
y salvaje epitafio.
Por todo y más
viene a nosotros
el simulacro,
carne vivísima
de implacable cadáver.
verbo tranquilo
que toca a la puerta.
Es tarde para nosotros,
para cuestionar mis huesos,
y entender tus cenizas
es tarde para traer el olvido
de manera sedienta,
incluso para decir pequeñas
mentiras.
Natalia Correa.
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