La tristeza
es un alimento fino,
de lenguaje sabio e invulnerable,
hace tiempo que no soy
feliz
pero
estoy en calma,
sin embargo, a
veces me lluevo
en
brazos desconocidos,
a veces observo
cuando alguien
más
se rompe
y junto sus pedazos,
no
hace falta decirte
que te siento en
el paisaje,
en
los ojos de
otros,
en
el silencio cautivo
de mis palabras,
puede que no te
lo diga porque
ya no pueda
pero esto
de romperse trae nacimientos
alas e incluso fuego.
La ausencia
prolongada se vuelve
sombra,
de sabor
agridulce,
porque sólo así
entendemos
que
estamos hechos de
sangre,
que nuestras
palabras nos convocan,
pero que escribir duele
sin embargo,
se vuelve necesario,
para no aferrarse
para no morir
una y tantas veces.
Desde
la herida la
soledad
se
conoce amplia, taciturna,
y descarnada,
no habrá
nadie,
y este
podrá parecer un
dialogo sin rumbo,
un
lacerante destino a donde ir
año con año,
la quietud
espanta a los fantasmas
si
es que los
hay.
Volver a
las raíces es
conocerte de otro
modo,
como fruto dulce
como cobijo,
te has
vuelto un afinador
de pianos
en el plano
celeste, en el
plano profundo,
un Do
colmado en su bravura
un Mi intangible casi transparente,
eres
ahora la música, que
acompaña mis días tristes.
En mi
pensamiento el tiempo se
ha vuelto una luz frágil,
que conoce
la penumbra,
cuando mis huesos se vuelven
aullidos cansados,
ahí está tu
recuerdo para darme aliento,
porque no hay nadie absolutamente
nadie,
este
es un camino
donde vamos solos,
quise sacar
las últimas lágrimas de mi pecho
que
han estado ahí para
alimentar la sed
de otros,
quise
esconderme,
incluso dormir
días enteros,
pero no, la cobardía
no ha sido lo nuestro papá,
cuatro años donde
tu ausencia es motivo y motor
para no morir
para alzar la voz, y resistir.
En
mi cuerpo hay reconstrucción,
cicatrices, incluso
lucha,
existen días
que cuesta tanto
entrar al mundo,
en mi país donde la
belleza y la sustancia van
desapareciendo
a causa
de la muerte,
probablemente las
formas en que ahora
me habito,
engendren
monstruos capaces de enfrentar
la realidad
rapaz y dura,
sabemos
que en mí, pocas veces hay ternura
que justo en
noches como esta,
te digo ven… ven quiero verte
y
ante un imposible me desdoblo
como mantis religiosa
en
espera del abismo,
y
sin embargo ahí está tu
sonrisa,
que hoy como ave fénix me visita.
Natalia Correa.