Para Flavio.
Sonidos al azar hoy golpean a la puerta,
íntimo rayo cuya boca pide más que palabras,
mientras yo
voy desbordándome,
lloviéndome en finitud
para invocarte
en mi semblante
antes que
las sombras vuelvan.
En el borde
escucho a quien sobrevive,
con la
intermitencia de lo que no
se sabe,
sin embargo
invoca lo profundo,
con sudor y lágrimas
fermentadas,
te cedo el
espacio por las noches,
acompáñame y
concédeme un deseo
en el
frio interminable de los días.
He de vivir para comprender el eco que
palpita
entre la carne
y el tiempo,
abrazarte
con dolor y timidez
por ambos
costados,
desvanecerme como viento,
y sin
embargo volver,
en un cuerpo
distinto,
inventar el germen alado
que muestre la
herida y el amor
antes
de nombrarte,
saber
que no hace falta nada mas
porque
despertamos
la
desobediencia de los muertos,
con telepatía.
Natalia Correa.