se encadenan en el fruto del deseo nuestras bocas
te desnudo
y te miro frágil y transparente,
tu piel me llama por mi nombre,
mientras la punta de mis dedos te recorre,
convulsa fragancia que de mezcla a nuestro roce
abres un mundo entre la húmeda promesa,
y todo tiembla,
todo se hunde
todo es deseo.
Un océano mi vientre,
compases eléctricos se generan en tu cuerpo,
adentro la tibieza inunda,
aquello que se nos escapa
una fiebre tersa,
un calor intenso.
Insisto apasionadamente sobre el contorno de tus orillas,
ahogo mis palabras en tu insistencia,
tiemblo
mientras los líquidos sabores se fermentan,
me yergo veloz y húmeda hacía tí
cabalgo sobre tus párpados audaces.
Mi lengua intrincada y felina
se pasea te sumerge
un aliento perverso y cómplice
oscilando aquel deseo,
concediendo un grito desde las entrañas,
lamiendo este líquido amor de recóndita intimidad.
Foto- Edición- Poema Natalia Correa.
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