con la firme promesa
de volver
con lentitud
a enraizarse,
de sentirse a tanto
viento,
y recordarse como sombra y música.
siente el árbol
su paciencia vegetal
atraviesa su refugio
transforma su piel rugosa
en paisajes que rompen toda profecía.
mira la sangre del otro,
siéntela tuya
no dejes que corra desmesuradamente
es tiempo de quemar las
naves
es deber no rendirse
todavía.
conoce las estrellas
y su brillo
poderoso,
el arrullo de la lluvia
que se enrosca en tu oído
ante un dolor conocido
justo ahora .
Recordar, recorrerse
en ese
andar que se pierde,
y sin embargo se clava,
ante la
turbia insistencia
que esta por dolerse todavía,
sin embargo, la idea del
fuego
la idea del juego, trae
a las bestias consigo.
No doy tregua a
nadie,
incluso yo me pierdo
me desdibujo.
Soy piedra, abecedario y
laberinto,
a veces pájaro de fuego,
ponzoña donde fundar ciudades
tierra firme y desnuda.
Cada nudo es n una pasión calcinada
por eso no arranco
de tus brazos
mi brújula casi animal
porque la vida me arrastra
me rompe, si me rompe
pero por ahora me pertenece.
no olvido el vicio
que por tu boca se
conoce,
y por tu lengua
se desata,
palabras hechas pedazos,
aparecen y golpean
en este universo tan
injusto y carnicero.
Natalia Correa.
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