Dedicado a Eduardo Velarde Sánchez.
Por todas partes se dialoga con la quemaduramientras los árboles crecen,
con un magnético escape hacía la cima,
el horror nos pisa la boca,
el dolor nos besa los pies,
con devoción terrible,
hay una sonrisa huraña
que cuenta como libro las palabras.
Ombligo florero de amapolas,
con ventanas como muros
siendo casa y verdugo,
apasiónate ante el mar desierto
ombligo en movimiento,
que conoce el mundo
pero también tu secreto.
Querer con devoción que enajena,
rumbo a las misteriosas noches,
que han abierto aquellas sombras con fascinación,
sentir como surge geografía,
como se alimenta el cuerpo ,
tanto de selvas como de mareas.
Mientras la sangre ardiente agita el idilio,
que hoy nos transforma y bordea,
alma incomoda de sentimiento vivo,
errante como nunca,
teje lenguas con su cause
dando besos sin sentido.
Imagen confusa que se ancla en los huesos,
funde raíces, pulveriza tristezas,
hace correr el tiempo,
enmudece el deseo,
hasta darnos silencio.
No me importa querer con devoción
la nebulosa memoria de tus ojos,
con veneno, a la intemperie,
desmesura sin tregua
acordes de una guitarra que suena
ante el umbral desconocido.
Música de zarpazos vulnerables,
que llega a abrazarme con la tarde
con ese néctar tan siniestro
con esa fragancia tan vibrante
Devoción en marcha sonámbula,
con galope, con destierro
de pie, con sueños, sin defensa,
crujir que florece en áspera belleza
palabra de fragua encendida
loco relámpago y denso mar
que han conocido el amor
con devoción y libertad.
Salvaje devoción sin sueño,
voraz como entrañable,
ser y sentir las primeras señales
que habitan la risa, el deseo
mientras el mundo gira
con devoción y tranquilidad.
Natalia Correa.
IMAGEN Y EDICIÓN:MIAS.
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