Después de la primer tormenta las palabras saquean
los argumentos,
el pretexto devela la máscara y viceversa,
lo que se pierde en un verso engreído
es mucho más doloroso que los años
transformados en vacio,
luz profana y disuelta
has de volver para conocer los daños
y los vestigios de un cariño.
Endemoniada
letra por letra entre naufragios distintos,
deriva de belleza madura que enciende
la llama y el salitre
Una vez enterrada la semilla
los cuerpos de lo que fuimos antes
florecen y se alzan como secos parpados
antes de mirar el agua..
Porque un poema no es derrumbe
palabra hueca que pueda olvidarse,
te doy tantas frases que en el odio
terminan refugiándose,
todo está en su órbita tan sonoro y triste,
sumergido entre el mar y sus tinieblas,
descalzos lienzos ocultan lo que arde todavía.
Endemoniada
hecha de terco desamor y ansias rotas,
espía que resplandece ante el olvido,
entre ramas y lenguas circula su veneno
reverbera como fiebre en su centro,
inquieta canalla de súbito poder,
emerge, seduce y miente
siente, destruye y vuelve.
Cruza y sé desvanece
entre los escombros,
de los fragmentos
hace su naturaleza,
dicen que arde como centella,
que avanza como una fiera,
rabiosa perfora el tiempo
con la esperanza de dormir
lo que va llevando dentro.
levantando sueños como tumbas
gime de pie al ritmo de una piedra,
con inútil ternura retiene los astros caídos,
mientras pulsos de melancolía levantan su corazón
Frio y frágil sendero donde enterrar todo ese amor.
Un ojo al filo de la hermosura
termina rompiendo tu imagen,
Señal de impaciencia y deseo
fuga que escribe en su pecho,
abierta a todo fulgor,
pensamiento que brota,
grito que hierve,
en un breve garabato,
mientras la lluvia
no sede en su interior.
los vientos juegan a engullir lenguaje
ojos, papel o navaja,
reunidos en alfabetos limpios,
promesas en combate de estos labios míos.
Por eso la palabra “nunca”
encarna en follajes y se desnuda,
con el terror de sentirse inhumana,
encendida y sin respuesta,
tiende a ser refugio en el vacio de la nada.
Me importa un carajo
que acuchilles estrellas,
que estés en tierra sorda y de escalofrió,
que te sientas tan solo
extrañando lo que fuimos,
ahora la endemoniada he de ser yo
y tu aquél imbécil que inexorablemente
me abandono, y que nunca un poema me escribió.
Natalia Correa.
los argumentos,
el pretexto devela la máscara y viceversa,
lo que se pierde en un verso engreído
es mucho más doloroso que los años
transformados en vacio,
luz profana y disuelta
has de volver para conocer los daños
y los vestigios de un cariño.
Endemoniada
letra por letra entre naufragios distintos,
deriva de belleza madura que enciende
la llama y el salitre
Una vez enterrada la semilla
los cuerpos de lo que fuimos antes
florecen y se alzan como secos parpados
antes de mirar el agua..
Porque un poema no es derrumbe
palabra hueca que pueda olvidarse,
te doy tantas frases que en el odio
terminan refugiándose,
todo está en su órbita tan sonoro y triste,
sumergido entre el mar y sus tinieblas,
descalzos lienzos ocultan lo que arde todavía.
Endemoniada
hecha de terco desamor y ansias rotas,
espía que resplandece ante el olvido,
entre ramas y lenguas circula su veneno
reverbera como fiebre en su centro,
inquieta canalla de súbito poder,
emerge, seduce y miente
siente, destruye y vuelve.
Cruza y sé desvanece
entre los escombros,
de los fragmentos
hace su naturaleza,
dicen que arde como centella,
que avanza como una fiera,
rabiosa perfora el tiempo
con la esperanza de dormir
lo que va llevando dentro.
levantando sueños como tumbas
gime de pie al ritmo de una piedra,
con inútil ternura retiene los astros caídos,
mientras pulsos de melancolía levantan su corazón
Frio y frágil sendero donde enterrar todo ese amor.
Un ojo al filo de la hermosura
termina rompiendo tu imagen,
Señal de impaciencia y deseo
fuga que escribe en su pecho,
abierta a todo fulgor,
pensamiento que brota,
grito que hierve,
en un breve garabato,
mientras la lluvia
no sede en su interior.
los vientos juegan a engullir lenguaje
ojos, papel o navaja,
reunidos en alfabetos limpios,
promesas en combate de estos labios míos.
Por eso la palabra “nunca”
encarna en follajes y se desnuda,
con el terror de sentirse inhumana,
encendida y sin respuesta,
tiende a ser refugio en el vacio de la nada.
Me importa un carajo
que acuchilles estrellas,
que estés en tierra sorda y de escalofrió,
que te sientas tan solo
extrañando lo que fuimos,
ahora la endemoniada he de ser yo
y tu aquél imbécil que inexorablemente
me abandono, y que nunca un poema me escribió.
Natalia Correa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario