vena de mar y tragedia
donde la palabra crece,
sabor amargo que sube como agua dulce
para un rostro desconocido,
siento haber preservado un mundo diferente,
cuando tu vida es un infierno, que todo lo parte
que todo lo borra y sin más lo mata o ignora.
Soñar contigo es extrañarte sin destruirse,
dejarse ir, con los hombros sin el aire.
porque sobrevivir y poseer dolerá
sin embargo, la risa arrebatará lo imposible
lo negado y hará de nosotros un recinto sagrado,
aún no lo entiendes aún no lo sabes,
días terribles sin descanso han de venir
esperando florecer con la calma de un domingo.
Con esa calma quebrada que no sirve y engaña,
por que los ojos cuentan pájaros como nubes,
se muestran infranqueables evadiendo toda sombra.
por un amor que estornuda dulcemente.
Para reconocer el tacto de tu caricia
recuerdo la sola tarde,
la intrépida migaja de pan que se desvanece
la palabra que nos bordea y nos exige
en una tarde resulta en el paladar
que guarda lluvia y justicia antes de un final.
Para extrañarte detrás de tu tristeza
tendrás que ser preludio
que rompa la memoria,
existir y amar secadote bajo el sol,
así cada fragmento de mi palabra
escribirá tu respiración.
Vas como fragancia que se esparce por el mundo,
por que no sólo fuiste río de cien lenguas,
arpegio de fuego manso,
ni el llanto fuerte que derramo después
de un fracaso.
Aprendiendo de tu ser,
preservo y busco
las horas miedo,
la luz salvaje y recurrente,
sueños tendidos sin su amargura,
rabioso acervo de tu nombre, de tu mar
que a veces echa raíces.
Es entonces cuando comprendo
lo que extrañarte significa,
fríos diseminados torpemente,
mientras el viento nos conoce vivamente.
Labios de renuncia,
ojos de cuchillo,
dime lo que buscan matando al asesino.
Natalia Correa.
Foto mia.