y escriben segundas partes
mediocres y de mierda,
de esas que decepcionan y afilan las cuchillas,
¡Poetas,¡ ¡poetas¡ que saben ser siempre la flecha encendida,
que brindan afecto con su lengua vestida,
que guardando secretos se les escapa la vida.
Sus palabras son el alcohol que los alimenta,
la soledad lo que alivia y los atormenta,
con esa incertidumbre que siempre se fermenta,
aparecidos de la nada y convencidos de lo cierto.
Con la tinta cocinada entre sus huesos,
sabemos que van persiguiendo al amor… sólo eso,
pero en el intento se hacen ruinas deshabitadas,
dolores sin gestos, ladrones sin rostro,
ladridos de perro, joyas dentro de los ojos de algún otro ciego.
Se sienten los dueños de esos abismos,
sabiéndose creadores de esté maleficio,
juntarán los ojos, juntaran los vicios,
se entregaran por entero
dejando unas pistas para quitarnos el miedo,
podrían ser hojas, simple terciopelo
de esas manos tan tibias que yo tanto quiero.
Escribe poeta… Escribe…
entierra tus manos, entierra tu cuerpo
comete pecados, amplifica destellos.
con una súplica que no duda y se enraíza,
con esa fuerza que arde, y arde
para luego contemplar la tarde.
Natalia Correa Márquez

Imagen: Bojan Nikolov.