Demasiado lejos
en los retablos inusuales del destiempo,
ahí yace mi nombre,
hacía allá va tu cuerpo,
cansada la memoria se cobija en el extravió,
han sido tanto frutos,
como fracasos,
que ya no existen lazos posibles
que puedan encontrarnos,
y así el temor se agranda,
la mirada centellea
en una luz que arrebata
cualquier oscuridad,
pero borra todo futuro,
dentro de nuestra piel.
dejando sólo la hiel
como tinta sobre el papel.
a mí me toca vivir
enhebrado historias,
para que no desaparezcas,
dejar en el vaso de agua,
en la gota, en la lluvia
un latido exacerbado,
donde las palabras
aún muertas encuentren su motivo.
Para caminar entre hilos de fuego,
ante una presencia salvaje,
hace falta valor hace falta coraje,
una ausencia tan honda
que por la noche aún ronda
entre las sabanas descansa
y con los sueños se amedrenta.
y como raíz de lúgubre carmín se presenta.
Natalia Correa Márquez