El curioso cadáver del azogo,
se enciende
con su melancolía,
el cruel calendario del abismo,
quema
maderas en los recuerdos antes vivos,
le da turbias intenciones
a mis ojos,
mientras mi cuerpo a dejado
de temerle a la muerte,
y sus
resquicios,
escribir
es ahora un acto
vacilante
que quizá
espera en la
cocina,
que se
esconde entre las
sabanas.
Me duele
el ansia de vivir
como nunca antes
a la luz
y a la sombra,
el
silencio busca darme
flores
pero sólo
me abraza en
su fuego,
porque
este mundo reverbera mientras
soñamos,
ahora
sabemos que sin
fruto y sin
oficio
todo
arte sucumbe,
incluso
escribir
hace hervir
el pasado y por ahora
me derrumba.
El néctar del tiempo
se derrama tan lento,
y tu
sonrisa sobre el caos
me acerca
a los lugares en ruinas,
me salva
del error
me mantiene viva
hace de
mí eterna poesía que se renombra.
En
soledad nuestro espacio
luce deshabitado,
me guardo
en la resaca de una
silaba,
espero en el viento que abre las ventanas,
en la sal que cauteriza las
heridas,
y así me
disuelvo al margen de la
centella
al margen de la luz. entre las llamas.
Viajaremos juntos mientras ese
destino profano
dicta nuestros nombres,
en medio
de
agua salada
contigo todo crece
y nada basta,
la
noche se
ensancha
y así olvidamos
nuestras equivocaciones.
Y errantes ante la
última ola iremos sin temor
con el rápido
filo
de un poema
que deslumbra y resuena,
que
conoce de tumbas
y fantasmas
como
nadie,
y pese a
eso se dibuja
un futuro,
aunque la vida
ya no este jamás en calma.
Sinena
Negra 2020.