Me han tomado
por sorpresa,
han atado
mis manos,
dejando líquida
tristeza
que amedrenta
a mi
propia sombra,
son pensamientos ágiles
que conocen
el origen del viento,
y su
delgada textura.
Saben la raíz de mi nombre,
han aprendido
a danzar
cada noche,
como palabras que arden y queman,
los veo
de frente
sé de
su engaño sin embargo, espero….
A que
los caminos se vuelvan
espejos
y pueda
duplicarme,
en lluvia sedienta
y calor intangible,
para quebrarse
no se necesitan los huesos
sólo fantasmas,
con deseo hasta la médula
y un
silencio denso y áspero.
Espero…
A que la
fragilidad me suelte los labios,
busco soltarme
y entonces la tinta corre,
la cólera aparece
como electricidad
que conoce
mi densidad
en un arpegio
Los años
han de vaciarme
para entender que aún nos queda la muerte,
su color, su
golpe y ahora la cicatriz
ustedes lo
saben ahora yo también.
Entonces les arrebato mi nombre
corro, me desarmo
y ante la
luz
ante su cercanía,
sólo cierro la puerta.
Natalia Correa.