existen soledades susurrantes,
que menguan las existencias y el pulso
la primer palabra siempre resulta ser discurso,
estatua frágil que deshace lo que escribo,
mientras la herida florece y hiere a placer,
intuyendo lo invisible y los signos zurcidos por el tiempo.
Flacos abismos resaltan los horizontes abandonados,
gruesas esquinas filtradas por el sol
silencio maduro que dura un instante
va resguardando el palpitar de un corazón
aquí y allá todo suena tan simple
saliva llena de costumbres y resquicios de amor
que sube por los herrajes de una boca
para disipar el ruido desafiante de los días
acto oculto y difícil quemarse en el lenguaje
gota de agua que se desliza a través de señales.
Poesía firme, con entrañas muertas levitando por aire,
es así como la palabra va desdoblando mi interior
es así como la lectura del instante surge tendida
como relámpago iluminado.
Entre lo que se pierde y se desea
guardo tu nombre como poesía firme
para sembrar y perforar las noches
que me han dado ficciones y fantasmas de luz.
Repartida en el cuerpo
entre escollos y placeres
las caricias que aún debes
no resultarán ser suficientes.
Las páginas de mi sangre
se encuentran ya dormidas,
Inmóviles como música que se bebe
para evitar las pesadillas.
Poesía firme con lenguas de profecía
eléctrica historia de hueso y tinta
que estalla de pronto entre
aquellos rasguños verbales
y aquellas preguntas cargadas de tiza.
Por eso que creer en ti es crearte
creciente amor que empapa la tarde,
entre los desnudos ademanes
de tu cuerpo impasible e imparable,
poesía firma tan nítida e ingobernable.
Porque todo tiende a contar estrellas
a anidar los besos y tratar de entender los sueños,
poesía firme no para cobardes,
conquista sutil que se baña con tu resplandor
mientras en el mundo hay muerte y sinrazón,
este es mi refugio donde siempre estoy,
por eso, entre lo que creo y soy,
existe la lluvia pero también el sol.
Natalia Correa.
