
Cuando las palabras vivas
se sienten tan tristes,
y nos vamos estremeciendo
como la llave ante su cerradura,
como trueno que traiciona y enviste,
se vuelve papel, carne, azar sonoro
es así como el miedo
se bebe de un solo sorbo.
A lo lejos en el mundo está su balanza,
maquinando estrepitosos sueños
que no tienen naufragio,
quita el nombre del instante
para luego, esconderse en el sopor de un ave
donde encuentra sus raíces,
en el nido, en el caos, en la música su cuerpo,
vuelve como historia viva de vertebras largas,
da un paso, camina
algunas veces nos prométete un mañana.
Su aire caliente va quemando las cosas
mientras él sube por mis ya frases rotas:
Infieles dolores de pronto van calando muy hondo.
Pájaro con filo de navaja albergado en la memoria.
Amores ya secos que tuvieron historia.
Dejando mi lengua ante su custodia
nos hundimos en quimeras, esperando vida nueva,
sin embargo, por el miedo alentamos espejismos,
sentimos lo vil despidiendo a lo sagrado
dejamos arder lo que no, así conocemos el error,
y a través de su caudal comenzamos a correr.
Este miedo avanza a través de un parpadeo,
tiempo todo lo que pido es tiempo,
para que el agua recoja al viento,
y este venga con tiento para anunciar
que el amor está en movimiento.
Natalia Correa.

Foto: mía.