Para mis lectores, cómplices, y amigos.

Busco compartir años de poesía aprendizaje, vicios y expectativas dejando libre la interpretación final.
Haciendo que la poesía se mueva y nos vaya mostrando algunas cosas que aún persisten en nuestra memoria. Ando en busca de poemas que no mueran, que me desafíen pero lo más importante que me brinden aprendizaje.
Como verán tarea nada fácil, pero confío que este dialogo abierto entre ustedes y yo dará frutos.
Bienvenid@s
Natalia Correa.

viernes, 17 de marzo de 2023

LA PALABRA TAMBIÉN SE COMPLICA.


Vamos a deletrear la zozobra que nos causa
la palabra soledad,
vamos a desdoblar su relámpago,
su luz aún habitable,
confiesa que el pulso se vuelve indómito y caliente,
mientras tanto el bullicio te agota,
dime porque los celos son hilos que se enredan en la garganta,
¿Cómo salir del laberinto?
si la palabra también se complica.

Con arcos voraces y fauces abiertas,
el silencio es una bandera blanca,
en un territorio desierto y desnudo,
observa el polvo que cae de tus costados,
el iris de la furia nos ha marcado,
y un señuelo nos ha enviado.

La fragilidad es entonces el destino,
nido volátil que insiste en repetir las ausencias,
reflejo dual de labios que se encarnan
y aún se presienten,
voz trémula en caos sostenida,
haz de mi presagio natural,
para que lo olvide,
para que no lo encuentre,
para que resista para ser valiente.

La palabra también se complica,
cuando invocas lo que ardía,
esta voz que te habla ahora,
ha mudado tantas veces,
se escribe en esa vacuidad cariñosa,
en un paisaje desprovisto de todo,
me arrancaste sanguinariamente de la memoria.

Entonces me hice polvo
ese que te sigue y te nutre,
cuando la palabra se complica
nos volvemos desierto,
observe la jauría liquida de tus ojos tantas veces como pude,
me dieron miedo las palabras amorfas que de mí manaban,
puse mi piel al sol sin esperar sin esperarte,
volví hacer llovizna una cuantas veces,
intuí que lo imposible siempre seduce,
entonces deshoje mis miedos y los vi marchitarse,
y supe que me habías perdido,
cuando la palabra se complica
el amor se bordea de silencio.

Natalia Correa Márquez.


 

jueves, 28 de julio de 2022

LIQUEN DORADO

 
En espera
de lo inexplicable,
de lo indómito,
en la arena de mis pasos
sólo existen palabras ardientes,
mi intuición se desborda sobre mis errores
como la leche recién quemada
por la espera, la melancolía, y la rutina,
sobre mi cocina
como sobre mi cuerpo,
las hierbas y las raíces
se cuelan a la intemperie.

Escribir es un redoble salvaje
que he ido postergando,
por la avaricia de amores mediocres,
por la tristeza constante del pasado,
la imaginación de mis senderos sobre mi vientre
no me permite descansar,
anudo entonces el lenguaje
en metáforas filosas,
donde el dolor agota y atrinchera.

Y entonces la vida macerada por los años
le da al mundo una esperanza,
sin embargo, un temblor desconocido
nos descoloca y nos vulnera,
y espera su revancha,
antes de hacer evidentes nuestros huecos,
una sed de puertas abiertas
por el recuerdo que nunca ha sucedido,
se vuelven nítidas sombras y así cobijan a los fantasmas.


Este cuerpo que al amor vuelve insaciable,
estos ojos que tejen un plan siniestro
para reflejarse en las brasas,
en el calor que como humo se agolpa
y no nos amedrenta.

Agua bulliciosa palpítame, escóndeme,
tiñe mi existencia descarnada,
asómbrame, asómate durante la noche,
dale a mi soledad los cuervos necesarios
para desafiar al destino.

Furiosa memoria
que entiendes a las bestias y sus abismos,
que conoces el límite de su ternura,
Y que sabes que en la herrumbre
se encuentra su palpito y su silencio,
desdóblame en un canto salado,
devélame ese frágil conjuro para avivar al viento.

Has de mi boca un espacio para cocinar placeres,
antes que la muerte ocupe su espacio,
intoxícame con ese liquen dorado
que el poema trae consigo
dale leguas y milagros al deseo,
que la semilla de tus ojos ha esparcido.

Natalia Correa Márquez.



 

lunes, 23 de mayo de 2022

EL NO LUGAR

La noche se aquieta
ríspida he inagotable
la muerte ronda tus ojos nuevamente,
adivinas el final pero ignoras el proceso,
una palabra se distiende años luz,
un reflejo en la pared otra vez tan blanca
parece agua que beber y sin embargo,
es cal y arena para atragantar los pensamientos,
hoy en día no hay poesía ni esperanza,
sólo una densa niebla que contamina mi cuerpo
que lo exacerba que lo enferma y no lo salva.

 

La fiebre vuelve como testigo lacerante
de quien ya no escribe su futuro,
de quien ya no le teme a la fieras voraces,
de quien construye caricias furtivas que desaparecen en el aire.

La orfandan se vuelve el pulso de la vida,
para distinguir ese lenguaje de madre selva
tan profundamente enraizado,
de golpe y sin previo aviso las ausencias se ensanchan y serpentean
sobre nuestro rostro salvajemente.

Mitigar el dolor se vuelve una rutina insaciable,
un espacio sin sueños donde no te espera nadie,
y así la crudeza de las cosas florece
al filo del tiempo en espera de un abismo
y sin embargo, la sutil metáfora del “No lugar” crece.
y desaparece a cualquier valiente.

El mundo y su vaivén no notan tu desventura,
la tesitura de tu piel va perdiendo la espesura,
el creer en algo se vuelve oropel, que decora
tu amargura, ya nada es de fiar la herida se vuelve hiel
y así el camino es difícil de recorrer.


El no lugar es un limbo que vuelve a arder,
tierra en finitud escrita
entre raíces marchita,
tinta de los días,
cargada de travesías misteriosas
este mar ingrávido hecho de vapor y humo,
de memoria tan volátil.

Este no lugar de cicatrices y palabras húmedas,
donde el hambre es un capullo,
y el dolor una textura que resulta agorera,
esta tumba hecha entre las flores es una calca
de nuestros huesos dinamitados por el universo,
y sin embargo, este deambular tan nutrido por la muerte
siempre nos agota, esta palabra estrecha que no llega nunca.

Zurcir la fragilidad con las entrañas
resulta un acto sumamente cotidiano,
para entonces poder andar a la velocidad del trueno,
para invocar el calor del rayo,
con el sabor silvestre de la lluvia,
y la coraza infinita del desencanto.

  Natalia  Correa  Márquez.


 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 19 de octubre de 2021

Cicatriz

Este cuerpo no es mío,
en el no hay dos cicatrices,
sino una selva cromática
con olor a cúrcuma y aceite de eucalipto,
en este cuerpo los nudos
en los músculos se vuelven montañas,
las articulaciones gastadas un fuego ardiente.
la cojera es entonces una forma de saltar los muros,
la ceguera izquierda un cristal desafiante
que como espejo refleja no lo que me falta
sino lo que soy.

Este cuerpo cárcel a destiempo
recinto sagrado que ante la fisuras
centellea y enceguece,
con las entrañas y la rabia
se imanta y trastoca
los vestigios de un lenguaje.
por arder en la oscuridad.


Justo en lo más denso,
antes de que el sueño nos atrape,
buscamos lucidez como luciérnagas,
buscamos aquella palabra que se desdobla
en esa alquimia poderosa,
para no morir.

Darle a mis hombros la fuerza
que mis piernas necesitan,
caer una y otra vez
hasta volverme equilibrista,
ante todo pronóstico,
amor de violenta lucidez
se sabe ahora descubierto,
escribir a media voz, a lagrima viva,
porque el dolor a veces me amedrenta.

Cuerpo dame tiempo
de descubrir lo que aún falta,
de encontrar las caricias despiertas,
la deliciosa sombra y su incesante cardumen,
de néctar efímero
envuelto en largas noches,
de profunda cicatriz.

Natalia Correa.


lunes, 20 de septiembre de 2021

DESTIEMPO

Demasiado lejos
en los retablos inusuales del destiempo,
ahí yace mi nombre,
hacía allá va tu cuerpo,
cansada la memoria se cobija en el extravió,
han sido tanto frutos,
como fracasos,
que ya no existen lazos posibles
que puedan encontrarnos,
y así el temor se agranda,
la mirada centellea
en una luz que arrebata
cualquier oscuridad,
pero borra todo futuro,
dentro de nuestra piel.
dejando sólo la hiel
como tinta sobre el papel.

Y en un último aliento
a mí me toca vivir
enhebrado historias,
para que no desaparezcas,
dejar en el vaso de agua,
en la gota, en la lluvia
un latido exacerbado,
donde las palabras
aún muertas encuentren su motivo.

Para caminar entre hilos de fuego,
ante una presencia salvaje,
hace falta valor hace falta coraje,
una ausencia tan honda
que por la noche aún ronda
entre las sabanas descansa
y con los sueños se amedrenta.
 y como raíz de lúgubre carmín se presenta.

Natalia Correa Márquez